Las especies de Salvia incluyen hierbas anuales, bienales y perennes, así como subarbustos leñosos. Los tallos son típicamente angulares, característicos de la familia Lamiaceae, con hojas enteras, aunque también pueden ser dentadas o pinnadas. Los tallos florales producen pequeñas brácteas diferentes a las hojas basales — en algunas especies estas brácteas son muy llamativas.
Las inflorescencias nacen en racimos o panículas que producen flores de color azul o rojo, el blanco y amarillo es menos común. El cáliz es tubular o acampanado sin garganta barbada y está dividido en dos labios; el superior entero o tridentado y el inferior hendido. La corola suele tener forma de garra y es bilabiada; el labelo superior normalmente entero o tridentado y el inferior bilobulado. Los estambres se reducen a dos estructuras cortas con anteras bicelulares; la superior fértil y la inferior imperfecta. Los estilos son bi-hendidos. El fruto es una suave núcula de forma ovoide u oblonga que, en muchas especies, está cubierta por una capa muculaginosa.
Muchas de las especies tienen tricomas (pelillos) sobre la superficie de las hojas, tallos y flores, lo que evita la pérdida hídrica. A veces estos pelillos son glandulares y al frotarlos algunas de las células se rompen liberando los aceites volátiles responsables de producir el peculiar aroma de estas plantas. Este olor a menudo resulta desagradable para el ganado y algunos insectos. El término Salvia proviene de la palabra latina “salvare”, que significa “curar”, en referencia a las propiedades curativas de la hierba. El primer autor conocido en describir una planta llamada salvia por los romanos fue Plinio el Viejo, refiriéndose probablemente a la especie tipo del género Salvia officinalis.
Historia, la Salvia officinales ha sido cultivada desde tiempos remotos, siendo considerada panacea por los griegos ya que la mitología consideraba que el dios Catmo había descubierto sus virtudes medicinales. Los egipcios la empleaban para aumentar su fertilidad en tanto que los romanos la ingerían como estimulante al igual que se toma el café. Su nombre deriva del latín Savere, que significa saludable. También se la conoce con el nombre de elifagus elisphakon acuñado por Dioscórides, lingua humana selva, etc. Fue muy popular entre los chinos, que la preferían a su té común. Fue introducida en el siglo XVII en América del Norte.
De la salvia se cosechan tanto las hojas, muy fragantes, como los ramilletes floridos, siendo el mejor momento la primavera o principios del estío. Es muy rica en aceite esencial, lo cual explica su gran potencial como planta aromática: Los principios activos son los siguientes: Aceite esencial, hasta un 2,5%, con sustancias presentes también en otras labiadas como el borneol, el cineol, la tuyona y, sobre todo, el alcanfor, más otros hidrocarburos terpénicos. Sustancias amargas como la pricosalvina. Ácidos fosfórico, oxálico y nítrico. Ácidos fenólicos, como el rosmarínico, cafeico y clorogénico, con efectos antisépticos. Flavonoides, glicósidos de luteolol, apigenol, y otros alcoholes. Saponinas. Taninos, que le confieren un efecto astringente.
Nombre científico: Salvia Familia: Lamiaceae Clase: Magnoliopsida Orden: Lamiales Clasificación superior: Mentheae Reino: Plantae
El término Salvia proviene de la palabra latina “salvare”, que significa “curar”, en referencia a las propiedades curativas de la hierba. El primer autor conocido en describir una planta llamada salvia por los romanos fue Plinio el Viejo, refiriéndose probablemente a la especie tipo del género Salvia officinalis.
Salvia es el género más numeroso de la familia de las lamiáceas, con 700 a 900 especies de arbustos, herbáceas perennes y anuales. Comúnmente también se denominan salvia, aunque generalmente este nombre se asocia más a la especie Salvia officinalis, conocida popularmente por su uso en gastronomía, como planta ornamental y medicinal. Dentro de las Lamiaceae, la salvia es parte de la tribu Mentheae dentro de la subfamilia Nepetoideae. Es uno de varios géneros comúnmente conocidos como salvia. Este género se distribuye extensamente tanto por el viejo como por el Nuevo Mundo, con tres regiones de biodiversidad diferenciadas: América Central y Sudamérica (aprox. 500 especies), Asia Central y la cuenca del Mediterráneo (250 especies) y Asia Oriental (90 especies).
Se encuentra en la Argentina desde Mendoza hasta Jujuy, siendo muy abundante en Córdoba, tanto en la sierra g¡Grande y Chica, por encima de los mil metros.